GIL DE BIEDMA, JAIME
Las personas del verbo reúne la poesía completa de Jaime Gil de Biedma, una obra que ha contribuido a modernizar la poesía de nuestro tiempo, entroncando la poesía de lengua española con la tradición poética inglesa del monólogo dramático. De ahí, en parte, su notable singularidad. Porque, como señaló hace tiempo Joan Ferraté, en el que sigue siendo uno de los ensayos más lúcidos escritos sobre este poeta, el tema en la poesía de Gil de Biedma no es, desde luego, «la simple sacudida emotiva o la combinación de emociones a cuya expansión verbal se entregan regularmente nuestros poetas, sino siempre un complejo de emoción y conciencia, de visión y actitud, de vida vivida y juicio sobre la vida, complejo donde, insisto, ambos polos opuestos guardan la misma distancia con relación al yo del poeta, cuya experiencia privada se define en cada caso en términos de su oposición específica». Recuperamos para la sobrecubierta de la presente edición un grabado del escultor Xavier Corberó, que fue amigo del poeta. El grabado forma parte de la serie Aproximidades, que se publicó, en 1967, junto con un poema que Gil de Biedma luego incorporó, bajo el título de «Canción final», como cierre a la segunda edición de Las personas del verbo.
«Nací en Barcelona en 1929 y aquí he residido casi siempre. Pasé los tres años de la guerra civil en Nava de la Asunción, un pueblo de la provincia de Segovia en donde mi familia posee una casa a la que siempre acabo por volver. La alternancia entre Cataluña y Castilla, es decir: entre la ciudad y el campo ?o, para ser más exacto, entre la vida burguesa y la vie de chateau?, ha sido un factor importante en la formación de mi mitología personal. Estudié Derecho en Barcelona y Salamanca; me licencié en 1951. Desde 1955 trabajo en una empresa comercial. Mi empleo me ha llevado a vivir largas emporadas en Manila, ciudad que adoro y que me resulta bastante menos exótica que Sevilla, porque la entiendo mejor. Me quedé calvo en 1962; la pérdida me fastidia pero no me obsesiona ?dicen que tengo una línea de cabeza muy buena. Gano bastante dinero. No ahorro. He sido de izquierdas y es muy probable que siga siéndolo, pero hace ya algún tiempo que no ejerzo.» «Bien. Supongamos ahora que han pasado doce años desde que escribí lo anterior. Y aun vayamos más lejos, supongamos lo más terrible: que nuestra suposición?tuya y mía, lector, acuérdate? sea la verdad absoluta. ¿Qué diré entonces que ha sido de mí durante este espacio interlinear? Lo primero y lo instintivo, es decir que nada. Luego, tras algún pensar, ciertos hechos se imponen.