La casualidad ha hecho que Enrique Acevedo y Rocío vuelvan a verse. Años antes, siendo aún muy jóvenes, ambos habían compartido una breve y superficial amistad. Ahora, el reencuentro agita en el hombre sentimientos confusos que le revelan un profundo malestar con la vida acomodaticia que Ileva. Pronto sabrá por qué. La charla con Rocío lo Ileva a días que creía felices, cuando preparaba oposiciones para ser juez y, al tiempo, asistía como espectador al despliegue de un mundo en aparente equilibrio, con personajes más o menos amables, sencillos o estrafalarios que representaban sin sobresaltos el papel que cada cual tenía asignado. La irrupción de Gonzalo Colmenar, el misterioso y atrayente profesor del hermano, y el amor por Marta, una de las muchachas que sirve en la casa, removerán su conciencia y sus ganas de vivir. Algo terrible, sin embargo, bulle en las profundidades de aquel mar en calma. He aquí una historia tan sencilla como cruel. He aquí, también, un pequeño fresco de nuestra época, en el que la precisa geometría de su composición es prueba de una rara lucidez para la inteligencia de la condición humana. Y todo ello narrado con el trazo firme y delicado de Manuel García Rubio, un autor tenaz y convencido de su obra, que viene construyéndola desde hace años al margen de la vanidad y de las modas, lo que lo ha convertido en un escritor singular dentro del panorama literario en lengua castellana.
Manuel García Rubio nació en Montevideo (Uruguay), pero es asturiano de origen y de corazón. Su extensa e intensa actividad como abogado no le impide cultivar su verdadera vocación, la de escritor. Ha practicado el ensayo y la creación literaria. Con la publicación de su primera novela, El sentido de las cosas (Madrid, 1989), consiguió ocupar, en el difícil panorama literario nacional, un espacio que consolidaría con su sorprendente obra El efecto devastador de la melancolía (Madrid, Lengua de Trapo, 1997). La garrapata, su tercera novela, publicada también en esta colección, lo confirmó como una de esas voces que los amantes de la buena literatura no deberían dejar de oír. En su cuarta novela, Green, sigue demostrando que el lenguaje rico y la reflexión profunda y seria no están reñidos con la diversión ni con la carcajada.
«Una novela que divierte y sorprende», (Eduardo Sotillos, El Ojo Crítico).
«Novela de una exquisitez formal a punto del academicismo, lo que se agradece de verdad», (Fernando Fonseca, La Nueva España).
«Un escritor que no ha dejado de hilar fino», (Javier Memba, El Mundo).
«Maestría narrativa y creadora en una novela redonda», (J. Cuartas, Ábaco).