Hoy, con el empuje las políticas neoliberales, el Estado abandona las políticas dirigidas al logro de los bienes públicos. Son, pues, los movimientos los que deben reforzar su estrategia de defensa y exigencia de los intereses generales, lo que en cierto modo les obliga a mantenerse firmes en sus exigencias colectivas. Firmeza que por otro lado, les conduce a posiciones de enfrentamiento con el Estado, a pesar de que en muchos casos, mantengan relaciones más o menos estables con él. Estamos en un momento de acumulación de fuerzas. en un momento en el que, desde muy diversas experiencias y demandas, parecería estar tejiéndose una nueva y autónoma cultura de rechazo, una cultura menos ideologizada y probablemente más libre a la hora de diseñar acciones y objetivos. Hacia donde vaya este proceso todavía es prematuro saberlo. Pero estamos seguros que finalmente servirá para lograr una humanidad más justa. Sólo hay que tener un poco paciencia. Y un poco de sentido de la historia.