LCOUE-LABARTE, PHILIPPE / MEGÍAS, JOSÉ FRANCISCO
El exterminio ha inaugurado en su imposible posibilidad, en su inmensa e insostenible banalidad el despuésdeAuschwitz (en el sentido en el que lo interpretara Adorno). Celan: «la muerte es un maestro que viene de Alemania.» Se trata de la imposible posibilidad, de la inmensa e insostenible banalidad de nuestro tiempo,de este tiempo (dieserZeit). Podrá uno mofarse permanentemente de la «miseria», pero somos los contemporáneos de aquello: la culminación de lo que Nous y ratio, como Logosarmazón, todavía hoy (heute), de lo que somos, no habrán podido evitar significar: que el asesinato es lo primero con lo que hay que contar. que la eliminación es la forma más segura de identificación. Sobre este fondo sombrío, aunque de «luz», se alza por doquier la realidad que no alcanza más que a lo inmundo de un mundo en adelante mundial. Dejando a un lado los acontecimientos más evidentes, nada, ni tan siquiera la más simple, la más desoladora de las historias de amor, podrá sustraerse a esta oscura condición de la época: cáncer del sujeto, ego o masas. Negarlo con el pretexto de no caer en el pathos, es puro sonambulismo. Transformarlo en pathos, para hacer «todavía» arte (sentimiento, etc.) es inadmisible. La pregunta que quiero plantear la más brutal posible, quizás odiosa es la siguiente: Pudo Celan, no tanto situarse, sino situarnos frente a «eso»? Estaba todavía la poesía y si era así, qué poesía, qué como acto de poesía capacitada para ello? No deja de ser una forma, en retroceso (y retrocediendo ahora un gran número de peldafos, replegándose sobre aquello mismo que estuvo en su origen), de repetir la pregunta de Hblderlin: Wozu Dichter...? En efecto, para qué?