Como en la clásica estampa del mar agitado por la tempestad, con el pesquero zarandeado por el oleaje enfurecido, así el protagonista de esta novela queda a merced de unos recuerdos que le asaltan inopinadamente, de manera simultánea y atropellada. Esto le ocurre cuando llegaba a la playa en busca de calma y se había situado frente al horizonte donde se juntan mar y cielo dispuesto a gozar de la armonía del paisaje. Y no es el contenido de estos recuerdos lo que le perturba sino su forma confusa de comparecer, que desautoriza a quien los evoca. Esta novela narra el tránsito del vértigo a la serenidad. El protagonista, con la memoria como superviviente del pasado, lucha por recuperar la tranquilidad de conciencia. El recuento de su vida es un viaje desde la ignorancia al misterio. Y sólo el mar dará respuesta a su desasosiego, cuando su inagotable movimiento se imponga a la quietud de la muerte.