CASTRO LÓPEZ-CORTIJO, ENRIQUE DE
Llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los que vendían y a los que compraban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. y no consentía que nadie transportase objetos atravesando por el templo. Luego se puso a enseñar diciendo: ¿No está escrito: «Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pues vosotros la tenéis convertida en una cueva de bandidos». Los sumos sacerdotes y los letrados se enteraron. como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban la manera de acabar con él (Mc l 1,1518). Marcos vinculará más tarde la muerte de Jesús con la desaparición del templo. ...Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró, y la cortina del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo (Mc 15, 3738). La cortina del santuario sólo la podía traspasar el Sumo Sacerdote, nadie más tenía acceso. Ahora la cortina se ha rasgado, el templo es incapaz de contener a dios, él es para todos, mujeres y hombres, y para todos los pueblos. El dios que muestra Jesús no es propiedad de ninguna religión ni sacerdocio y nadie puede reducirle a una verdad única, porque él se muestra en el amor de unos a otros, en la entrega de la propia vida.