Publicado en 1934, a raíz del primero de los viajes en los que Annemarie Schwarzenbach, acosada por sus demonios, emprendió una suerte de huida hacia delante, Invierno en Oriente Próximo recoge sus impresiones de la ruta de Estambul a Bakú entre octubre de 1933 y abril del año siguiente, por tierras de Turquía, Siria, Líbano, Palestina, Iraq y Persia. Heredera de un linaje de aventureros genuinos, aunque su visión se aleja de los tópicos de la mirada orientalista, la autora suiza describe los tipos humanos, los paisajes, los restos de las civilizaciones antiguas y las señales del nuevo orden posterior a la disolución del Imperio otomano. Con el viaje y sus estaciones como hilo conductor, en estas páginas la vemos dedicarse al estudio de la arqueología sobre el terreno, el fotoperiodismo, la literatura o el aprendizaje del árabe, pero por las cartas que enviaba a sus amigos Klaus y Erika Mann sabemos de sus íntimos desarreglos. El peculiar encanto de la escritura de Schwarzenbach proviene de lo que su traductor define como un estilo a la vez un poco anticuado y poderosamente moderno, con el que deja constancia de su infinita curiosidad por los objetos y los lugares, con particular atención a los niños pobres y los personajes desarraigados en los que acaso ve proyectada su propia melancolía. El sugerente relato se complementa con las valiosas fotografías que tomó ella misma a lo largo de su itinerario, de las que esta edición incorpora una amplia muestra.
Annemarie Schwarzenbach (Zúrich 1908-Sils, Engadina, 1942) vino al mundo en una familia de grandes empresarios suizos. Mantuvo durante toda su vida una relación atormentada con su madre, Renée Wille, hija de un comandante en jefe del ejército, que en muchos aspectos educó a Annemarie como si fuese un varón. En 1930 conoció a Erika y Klaus Mann, los hijos mayores de Thomas Mann, con los que entabló una amistad íntima y complicada. De 1931 a 1933 vivió en Berlín, donde comenzó a movilizarse contra el nazismo y afianzó su decisión de dedicarse a la escritura. Doctora en historia, arqueóloga y reportera, entre 1934 y 1941 emprendió innumerables viajes por Asia, África, Europa y Estados Unidos, la mayoría en automóvil con amigas fotógrafas o escritoras. Su agitada vida, marcada por la adicción a la morfina, los intentos de suicidio y la búsqueda desesperada de libertad acabó a los treinta y cuatro años tras un accidente de bicicleta.