ZAMBRANO, MARIA
La colaboración entre Elena Croce y María Zambrano, nacida tal vez de uno de esos impulsos tan propios de Elena, que siempre estaba dispuesta a ayudar a quienes estimaba y quería (No tenía límites a la hora de hacer favores a los amigos o a las personas que se hallaban en dificultades), fructificó rápidamente en un intercambio epistolar recíproco, activo y fecundo. Fue una asociación que se prolongó durante más de veinte años, generándose en gran medida, más allá de los trabajos publicados, gracias a las páginas de es-tas cartas. De hecho, en ellas circula información, consejos de lectura, ideas; intuiciones que acaban madurando en proyectos, y proyectos que toman forma gracias a las observaciones mutuas y a la confianza recíprocamente establecida. [] La amistad no necesita una historia oficial, escribe Elena Croce. Y una tiene la impresión de que ha de ser sumamente discreta al entrar en las habitaciones más íntimas de esta correspondencia, y de que debe proceder con precaución para no romper la delicada transparencia, la filigrana fina, la ligera pero sólida textura de los objetos con que las dos escritora
Edición, introducción y notas a cargo de JUAN FERNANDO ORTEGA MUÑOZ es doctor en Filosofía y Derecho, catedrático emérito de la Universidad de Málaga, amigo personal de María Zambrano y el mayor difusor de su pensamiento como director de la Fundación María Zambrano durante más de 25 años. Entre sus numerosos libros cuenta con quince dedicados a esta autora, de los que destacamos: María Zambrano o la metafísica recuperada (1982); María Zambrano, su vida y su obra (1992); La eterna Casandra (1997); El río de Heráclito (1999); Palabras de caminante (2000); María Zambrano: la humanización de la sociedad (2001); María Zambrano: la aurora del pensamiento (2004); María Zambrano: biografía (2006); María Zambrano: la aventura de ser mujer (2007); Encuentro al atardecer (2013).