AQUINO, LILIANA
Todas las noches esperábamos a mi padre con ansiedad. Él, cansado de su trabajo de campo, tenía aún la gracia y la paciencia necesarias para contarnos cuentos a la luz de la luna y las estrellas. Era emocionante escucharlo, reproducía todos los sonidos que se mencionaban en el relato y describía perfectamente cada momento y cada personaje para que pudiéramos imaginar.