Se dice que cuando John F. Kennedy hizo su famosa declaración
en la radio, («no preguntes qué puede hacer
tu país por ti, sino más bien qué puedes hacer tú por el
país»), Patricia Highsmith se levantó, fue a la cocina y dio
de comer a los gatos. Estos animales, que desde siempre
han fascinado a hombres y mujeres de letras —la lista es
inagotable, pero baste nombrar a Baudelaire, Poe, Colette,
Borges, Huxley, Cortázar, Hemingway y Doris Lessing—,
fueron fi eles compañeros de Highsmith a lo largo
de su vida. Llegó a tener seis, que dormían en su cama,
se sentaban en su escritorio y fueron objeto de su obra
literaria y artística de manera sostenida. Gatos es una recopilación
de historias, poemas y dibujos dedicada a la
relación especial que la autora mantuvo con sus felinos.
Nació en Fort Worth (Texas) en 1921, aunque al poco tiempo su madre se la llevó a Nueva York.
Su amor por la escritura fue muy intenso desde su juventud, así como por la lectura. En 1942 se graduó en Barnard College y a los 24 años empezó a publicar relatos en la revista Harper's Bazaar. En 1950 vio la luz su primera novela, Extraños en un tren, con la que saltó a la fama gracias a la adaptación cinematográfica de Alfred Hitchcock, aunque sus novelas más conocidas serían las protagonizadas por el fascinante Tom Ripley, también llevado al cine en varias ocasiones. Hasta su muerte, publicó numerosas novelas y relatos, centrados la mayoría en la psicología de personajes perturba dores. Por diversos motivos, tanto personales como ideológicos, en 1963 abandonó Estados Unidos y se trasladó para siempre a Europa, donde residió principalmente en el Reino Unido y en Francia. Sus últimos años los pasó cerca de Locarno (Suiza) y allí falleció en 1995.