Se cuenta que al comienzo de los tiempos el poderoso rey Sagar, para proclamar su supremacía sobre el mundo, decidió Ilevar a cabo el tradicional rito del caballo, es decir, el Ashwamwedh Yagya. El rito prevé que se deje corretear en libertad un corcel por tierras extranjeras y que el ejército que lo sigue someta a cualquiera que se interponga en su camino. Escoltado por 60 míl hijos del soberano, el caballo se detuvo en el ashram del sabio Kapil, quien, perturbado por el estruendo del ejército, interrumpió airado su meditación y con la mirada transformó en ceñizas a todos los hijos del rey. Ante este terrible hecho se decidió rogar a la diosa Ganga que descendiera sobre la tierra para lavar las cenizas de los difuntos y de este modo salvar sus almas. Pero desde el Olimpo hindú la diosa no tenía ninguna intención de intervenir. Pasados los años el rey Bhagirath inició a los pies del monte Shivling, en el Himalaya, un largo período de meditación que duró 5.500 años. La diosa Ganga, conmovida por tanta tozudez, pidió entonces al dios Shiva que la ayudara a correr sobre la tierra fluyendo a lo largo de los mechones de sus cabellos. Fue así como nació el Ganges y los 60 mil hijos de Sagar salvaron su alma.