AULESTIA, KEPA
El acoso de ETA a periodistas y medios de comunicación, llegando incluso al asesinato, pretendió imponer desde 1995 un régimen de coacción que impidiese la libre circulación de informaciones y opiniones en el País Vasco y en España. Acabó con la vida y con la libertad de los trabajadores de la palabra. Obligó a otros al exilio para preservar su integridad y la tranquilidad de sus familias. Y trató de acabar con la presencia de diarios, radios y televisiones de ámbito español en Euskadi mediante el ensañamiento contra sus periodistas y delegaciones. ETA anunció la apertura de un frente contra la prensa, dentro de su plan victimista para la socialización del sufrimiento a través de la violencia de persecución, que puso a miles de ciudadanos en la diana del horror. Para ello, la banda terrorista desarrolló toda una teoría sobre el papel de los informadores y sus empresas como agentes del conflicto, que no solo apostarían a favor de que continuara el enfrentamiento armado entre ETA y el Estado, sino que lo harían siguiendo fielmente las instrucciones del Gobierno de turno como instrumentos de guerra y actuando e
Periodista y escritor vizcaíno nacido en Ondarroa en 1956. Militante de ETA, fue encarcelado en 1975 y amnistiado en 1977, tras la muerte del general Franco. Fue Secretario general de Euskadiko Ezkerra y diputado al Congreso por esta formación antes de su unión con el Partido Socialista de Euskadi. Firmante del Pacto de Ajuria Enea. Colaborador de El Diario Vasco y otras publicaciones periódicas. En 1998 publica HB: crónica de un delirio. El delirio, según Aulestia, es una enajenación colectiva que ha llevado a los votantes de HB a constituir un mundo aparte ("Una sociedad dentro de la sociedad") que estaría constreñido por un doble hermetismo. En primer lugar, el de la razón; porque todo se basa en una paradójica ceguera acerca de lo que ocurre a su alrededor, la izquierda abertzale "se autoidentifica con la verdadera Euskal Herria" y todo se explica, hasta los problemas más universales de sus componentes, por el fetiche del "conflicto". El "problema vasco", que es su universo, logra la ficción de creer que "un gran saco de problemas, todos ellos, caben en la reivindicación". El segundo trastorno cognitivo alude a la metodología de la acción. "Mensajes de autoengaño -escribe Aulestia tras relatar los que Radio Egin recibía de sus oyentes y emitía-, en los que el ánimo se ha convertido en la necesaria consigna de los que no saben salir del atolladero más que hacia delante". Mantener la acrítica esperanza en un final victorioso y extender la rebeldía implica verse a sí mismos como víctimas "de ahí los presos como el aspecto más sólido de sus propios argumentos"- y al país como una realidad que no ha cambiado un ápice desde la muerte de Franco. Por ejemplo, se reivindica la ikurriña "como si aún fuera un territorio por conquistar", y se defiende la lengua vasca, a pesar del esfuerzo institucional desarrollado por su desarrollo, como "una constante pugna entre los verdaderos partidarios del euskera y sus detractores y enemigos más conspicuos". Se crea de esta forma una férrea red de solidaridad entre quienes participan de ese mundo, y se concibe la acción en muy variados campos como una totalidad: "Atribuir a luchas diferentes una cierta especifidad -cita Aulestia a uno de los encuestados por él sociólogo francés Michel Wieviorka-, significa abrir la vía a un tratamiento separado que podría en una plazo determinado, inscribirse en un juego institucional que se juzga mortal". Como garantía, la discrepancia que adquiere un determinado tono sería siempre, con urgencia y contundencia, expulsada al exterior. Las demás se mantienen dentro "como si se tratara de válvulas de escape que permiten aliviar la presión con manifestaciones bien medidas". En marzo de 2005 presenta su libro Historia general del terrorismo en el que hace una revisión del fenómeno terrorista desde todas las vertientes que él conoce.