El secuestro, cuyo objeto inmediato es crear pánico, y tiene como efecto el odio, es una de las modalidades criminales más antiguas y crueles que haya concebido la humanidad, de ahí su vigor dramático. La novela que tienen es sus manos no es sólo la historia de un secuestro. A la salida del hotel Borges, en Madrid, donde el empresario Santos Rivera acostumbraba afeitarse cada mañana, un comando de ETA lo introduce violentamente en el maletero de un coche y despierta en un zulo de 2.60 metros por 1.80. Será una larga pesadilla de 265 noches, a menudo sin luz, sin agua y sin comida. Sólo hay una manera de soportarlo y es mantenerse ocupado a base de una dura disciplina: igual hace ejercicio físico como pinta o camina, en su imaginación, quince o veinte kilómetros por los bosques de su tierra. El zulo convertirá a este hombre incansable en una personalidad genial: consigue que los terroristas le suministren papel y lápices de distintos colores y, sin disciplina académica, pinta una galería de retratos, bodegones y naturalezas muertas, que causarán la admiración de la crítica. El zulo de los elegidos
Manuel Villar Raso nace en Ólvega (Soria) en 1936 y muere en Granada en 2015, donde residió desde 1977 y ejerció como profesor de Literatura Norteamericana en su Universidad. Es uno de los más interesantes novelistas con que cuenta la literatura española contemporánea. Con su primer libro, Mar ligeramente sur (Ediciones Destino), fue Finalista del Premio Nadal en 1975. Desde entonces publicó más de veinte novelas, entre las que cabe destacar Las Españas perdidas (Editorial Comares), Donde ríen las arenas (Algaida), El color de los sueños (Planeta) o La mujer de Burkina, XXII Premio Casino de Mieres. Las señoras de Paraná (Premium Editorial), que fué presentada por María Dueñas en el Paranimfo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada en 2014, es su última y más ambiciosa novela, desarrollada con un estilo literario sobresaliente en el último siglo y medio de historia de Brasil. Villar Raso tradujo en antologías a Walt Whitman (Alianza Editorial) y a Emily Dickinson (Hiperión), dirigió numerosas expediciones de la Universidad de Granada a África y colaboró como guionista en varios documentales para TV sobre Mauritania, Malí, Burkina Faso y Níger. También impartió numerosas conferencias en España, Holanda, Grecia, Inglaterra y en los Estados Unidos. Fue miembro distinguido de la Academia de Buenas Letras de Granada y colaborador habitual del periódico El Ideal hasta sus últimos días.