El Otoño de las Rosas, cuya primera edición data de 198G, convirtió a Francisco Brines, como tan clarividentemente hizo constar Carlos Barral en su momento, en un «clásico vivo». En realidad, lo era ya desde su primer libro, Las Brasas, que mereció el Premio Adonais en 1959, aunque, ciertamente, es en la obra que hoy presentamos donde, según opinión generalizada de los críticos, los grandes temas de Brines la fugacidad, la desafección, la degradación, la inutilidad última de la pasión, pero también la belleza, el amor, el goce y la plenitud en que a veces se hace carne la vida y todos sus recursos expresivos, incluida la lógica misma de su artesanía poética de fondo, llegan a su plenitud. A la plenitud de una poesía cuya clave ha dado el propio Brines: «Estimo particularmente, como poeta y lector, aquella poesía que se ejercita con afán de conocimiento, y aquella que hace revivir la pasión de la vida. La primera nos hace más lúcidos, la segunda más intensos.» La presente edición de El Otoño de las Rosas ha estado al cuidado de Jacobo Muñoz, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
Nacido en Oliva, Valencia, en 1932, Francisco Brines, tras estudiar el bachillerato en los jesuitas de Valencia, hizo la carrera de derecho en Deusto, Valencia y Salamanca, donde se licenció. Posteriormente cursó estudios de filosofía y letras en Madrid, y durante dos años fue lector de español en Oxford. Actualmente reside, indistintamente, en Madrid y Valencia. Además de poesía, ha publicado una colección de ensayos titulada Escritos sobre poesía española.