Delicadeza, ternura, inteligencia y humor son las cuatro estaciones de este libro cálido, a pesar de su título, o quizás conforme a él. Lara Cantizani pertenece a esos pocos poetas capaces de dialogar, sin reba jar el tono de la conversación, tanto con un alto intelectual como con sus hijas de 6 y 2 años, Adriana y Elisa. Mediante haikus y tankas, el poeta, maestro de jóvenes haijines, se incorpora a una tradición ya casi completamente hispánica. A través de todo el libro, hay atención para aquello que la reclama: la naturaleza, el amor, el pasado, la paternidad, uno mismo... «Lo grande, a veces tan pequeño», como los copos de luz de El invernadero de nieve. JUAN ANTONIO BERNIER