En las casas patricias sicilianas había una habitación donde las familias nobles se guarecían mientras soplaba el temible siroco, impetuoso viento del sudeste que atraviesa el Mediterráneo procedente de los desiertos del norte de África. La stanza dello scirocco, en italiano, era un refugio que se puede interpretar también como metáfora de la poesía. Y de la vida, que es lo mismo. No en vano Leonardo Sciascia se preguntaba si ese cuarto no existía para «defenderse del pensamiento de la muerte». Luis Landero dejó dicho que los libros son «los mejores y más seguros escondrijos». La poesía puede servir de defensa contra el viento furioso de la existencia. Estos poemas querrían servir a sus lectores siquiera como precario cobijo ante la adversidad.
Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) coordina el Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura. Como poeta, es autor, entre otros, de los libros, Las aguas detenidas (1998), Una oculta razón (Premio Loewe, 1991), Ensayando círculos (1995) y Mecánica terrestre (2002). Sus poemas están traducidos a varios idiomas y su nombre figura en algunas de las más prestigiosas antologías de la nueva poesía española. También ha publicado El lector invisible (2001), una colección de artículos periodísticos, y el libro de viajes Lejos de aquí (2004). Su primera novela, Las murallas del mundo (2000), fue finalista de los premios Café Gijón y Tigre Juan, así como Premio Extremadura a la Creación a la mejor obra literaria de un autor extremeño.