GOMEZ REDONDO,SUSANA / 0 (Ilustración)
El día que Saída llegó, a mí me pareció que se le habían perdido todas las palabras. Así que intenté buscarlas por los rincones, esquinas, agujeros, cajones, descosidos... para ver si entre ellas y yo le borrábamos las lágrimas que le asomaban entre las pestañas largas y el silencio espeso.
El día que Saída llegó, papá me explicó que, seguramente, mi amiga no había perdido todas sus palabras, sino que a lo mejor no las había querido sacar porque eran distintas a las de aquí.
-En Marruecos -dijo- a ti tampoco te servirían las tuyas.
Así me enteré de que en el país de Saída se hablaba un idioma diferente al nuestro: el árabe.
Nació un siete del siete de 1969, a la temprana hora de las siete de la mañana. Su madre no admitió la discusión: aquella niña de casi cinco kilos de peso no se llamaría Fermina. Cuando sus hermanas escucharon el llanto de la recién nacida, se levantaron rápidamente de la cama, diciéndose bajito y en puntillas un emocionado ¡por fin!.
Pero aquello que berreaba bocabajo mientras alguien le daba azotes en el trasero? no era un gato. Así que con un ?Bah! es una niña?, se volvieron a dormir plácidamente, aferradas a la esperanza de que algún día, el cachorro que entrara en la casa fuera felino.
Aunque no lo han hablado abiertamente, espera que con el tiempo, estén satisfechas con el cambiazo.
A los tres años, encaramada sobre la mesa de formica de la cocina, aprendió a leer en una cartilla desgastada y pequeña. La culpa la tuvieron los dibujos de uvas, los elefantes las norias y la terquedad de su padre, a quien nunca le agradecerá lo suficiente el mamá me mima.
Pronto convirtió las palabras en uno de sus grandes vicios, y hoy asiste fascinada al espectáculo de ver a su hijo descubrir la sorpresa de las letras. De su mano explora otro universo, el de constelaciones y planetas, cuyos nombres recitan bajo las sábanas y el cielo nocturno del pequeño pueblo en el que viven. Si su padre le abrió los primeros cuentos, los ojos de Gael las ganas de contar historias para niños.
Éste es su primer cuento. Nació cuando una de sus hermanas se cayó de un caballo y, en vez de flores o bombones, le llevó al hospital una pequeña sinopsis. El protagonista no podía ser otro que su sobrino Nico, cuyos ojos color caramelo inspiraron esta historia.