La filosofía medieval conecta lo mejor de la sabiduría antigua con la modernidad. Los nueve sermones que integran esta obra son en realidad verdaderos tratados especulativos sobre las grandes cuestiones metafísicas.
La tradición señala que Isaac de Stella nació a comienzos de siglo XII en Inglaterra y que recibió una sólida educación filosófico-teológica por maestros destacados de su tiempo. En 1147 hay noticia de que era abad del monasterio de l’Étoile, cercano a la ciudad francesa de Poitiers, donde estuvo hasta 1167, fecha en la que participó en la fundación de una abadía en la isla de Ré, en la costa atlántica, frente al puerto de La Rochelle. Allí permaneció hasta su fallecimiento, hacia 1178. Si los datos de su biografía son oscuros, no lo es menos la obra conservada. En primer lugar destaca el corpus de 55 sermones, que indagan sobre distintos temas al hilo del año litúrgico. A ellos hay que sumar la «Epistula de anima», que reelabora temas aparecidos en algunos sermones, y la «Epistula de canone Misae», en la que reflexiona inspirado en la celebración de los sagrados misterios.