En los dos breves tratados que presentamos, el filósofo Plutarco reflexiona sobre dos cuestiones que a primera vista quizá pueden parecer un poco insólitas pero que inciden plenamente en la idea que los hombres nos hacemos de los animales y que definen nuestra relación con ellos. En el primer tratado, Plutarco se interroga sobre lo que llama el valor, la razón o el placer que permite al hombre matar y después comer a los animales, es decir, en suma, sobre qué es lo que hace gozar al hombre de comer carne. Plutarco, aunque no es vegetariano como Pitágoras, considera que «comer carne no sólo es contrario a la naturaleza de los cuerpos, sino que también, por saciedad y hartura, engorda y espesa las almas», pues la alimentación del cuerpo afecta decisivamente a la calidad del alma. El segundo tratado consiste en un diálogo entre Ulises y un hombre convertido en cerdo por la maga Circe en el que Plutarco, por boca del animal, muestra que el alma de los animales es virtuosa y totalmente conforme a las leyes de la naturaleza.
Plutarco (45-120 d. C.) creció en el seno de una familia culta de Queronea durante la dominación romana de Grecia. Su formación filosófico-religiosa le aproximó al estoicismo, manifestándose incompatible con la ética epicureísta. En su obra Moralia (denominada también Obras morales y de costumbre) Plutarco plantea las bases teóricas de su ideal moral, mientras que en Vidas paralelas refleja la plasmación práctica de dichos ideales en figuras arquetípicas de la antigüedad greco-romana. El diálogo Sobre el amor, cuyos precedentes literarios se hallan en el Banquete y el Fedro platónicos, se centra en una cuestión concreta y particular: ¿deberá el joven Bacón renunciar a sus amantes masculinos y casarse con Ismenonodora?; y otra más general, sobre la realidad y esencia misma del amor. Antonio Guzmán Guerra, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, incorpora en esta edición, vertida directamente del griego, abundantes notas que contribuyen a la localización y contextualización de la gran cantidad de citas literarias con las que Plutarco solía adornar sus obras.