«Es urgentísimo rehacer la noción de libertad para convencernos de que esta no es un valor en sí, puesto que no admite maximización, sino un medio excelso para fines de la más alta estirpe: la exaltación de la Persona, de la Humanidad y de la Cultura. Por eso no hay libertad contra la libertad». El 27 de julio de 1931, Luis Jiménez de Asúa fue designado por unanimidad presidente de la Comisión de Constitución de las Cortes Constituyentes de la Segunda República. A pesar de la escasez de medios, la premura de tiempo y la diversidad ideológica de sus miembros, tan solo un mes más tarde, el 28 de agosto, se alcanzó un consenso que dio como fruto una de las constituciones más democráticas, progresistas y sociales de su tiempo. El 9 de diciembre de 1931, la Constitución fue aprobada por amplia mayoría en las Cortes. Escritas en el exilio y sin apenas documentación, estas Anécdotas muestran la hondura de la misión, la profunda convicción democrática y la vocación de servicio de su autor. Publicadas por primera vez por el Patronato Hispano-Argentino de Cultura Española, Nota al margen quiere,
Fue catedrático de derecho penal, miembro del PSOE y una figura fundamental en la arena política española durante la dictadura de Primo de Rivera, la II República y el periodo del exilio de las instituciones republicanas. Tras encontrar la vocación en la investigación y la enseñanza del derecho penal, obtuvo la cátedra luego de doctorarse y realizar varias estancias de investigación en Europa. Al volver a España comenzó a luchar activamente contra la dictadura de Primo de Rivera, para posteriormente convertirse en diputado del PSOE durante las tres legislaturas del periodo republicano. A causa de su activo papel durante la II República, una vez que se consumó la instauración del régimen franquista se vio obligado a instalarse en Argentina, donde además de convertirse en una referencia internacional dentro del derecho penal, llegó a ser Presidente de la II República en el exilio, cargo que ostentó hasta el día de su muerte.