MORO, TOMÁS
El prestigioso modelo del Platón de la República y de las Leyes, aunado más de una vez al estímulo del descubrimiento de América, produce en los siglos XVI y XVIII una serie de obras entre las que hay tres -las contenidas en este volumen- cuya inmortalidad está asegurada. "La ancha respiración del Renacimiento corre por estas obras -escribió Alfonso Reyes-: libertad y cultura, alegría de pensar, y de pensar bien." Luego del agudo estudio preliminar de Eugenio Ímaz, Topía y Utopía, en el que sitúa las obras en el contexto del humanismo y aun esboza su destino en posteriores filosofías, figura en primer término, como indiscutido modelo de su género, la Utopía de Tomás Moro, canciller de Inglaterra y humanista cristiano. La ciudad del Sol, singular concepción de Tommaso Campanella, precede a la Nueva Atlántida, en la que Francis Bacon, figura tan importante en la fundación de la ciencia moderna, combina sus sueños científicos con no pocas nociones filosóficas. No puede subestimarse la trascendencia de esta compilación: en efecto, aparte de que su conocimiento es imprescindible para cualquier estudio del Renacimiento, ha sido muy considerable su influencia en tiempos más próximos a nosotros. Por último, la pulcritud de las versiones al castellano conserva la altura literaria de los originales: no hay que olvidar que Bacon está entre los máximos estilistas de lengua inglesa.
Tomás Moro (Londres, 1478 - Londres, 1535) fue un pensador, teólogo, humanista, escritor y ejerció como lord canciller de Enrique VIII durante tres años. En mayo de 1532, dimitió de este puesto. Esperaba así apartarse del conflicto político y religioso para disfrutar el resto de sus días en su casa de Chelsea, con su esposa Alice, su familia y sus libros. Pero el 13 de abril de 1534 se negó a prestar el juramento de sucesión exigido por Enrique VIII y unos días después fue llevado a la Torre de Londres prisionero del régimen Tudor. Moro jamás volvería a su casa. Catorce meses más tarde, fue juzgado en Westminster Hall, declarado culpable y condenado a muerte. Cinco días después, el 6 de julio de 1535, fue decapitado.