Este ensayo sobre las emociones nos obliga a reflexionar y, esto es más importante, a sentir los motivos de las decisiones que tomamos diariamente. Más allá del lenguaje, nuestras emociones se configuran como atalaya desde la cual explorar el mundo que nos rodea, el punto de partida hacia los otros e incluso hacia lo más básico de nosotros mismos. Como apunta el autor en la última de sus reflexiones, «pensar es poco ético». Un ensayo delicado, profundo y exigente para algo más que comprender la ética: para vivirla.