CORONADO, CAROLINA
Carolina Coronado (Almendralejo, Badajoz, 1820-Lisboa, 1911) es una de las figuras más sugestivas del siglo XIX. Su éxito como escritora y su gran personalidad la hicieron ser el centro de atención en el mundo intelectual y social de su época.
Una vida plagada de acontecimientos dolorosos y mágicos, desafíos a la muerte y su apasionado carácter trazaron, aún más, esa visión romántica y misteriosa que ella cultivó desde su coro de sombras.
Esta segunda edición ampliada de Se va mi sombra, pero yo me quedo consta de treinta y ocho poemas y una introducción de Antonio Porpetta, donde puede leerse: «...venciendo al olvido, sobreviviendo al tiempo, dando fe de una voz y de una época, ahí están los poemas de Carolina Coronado, con su intacta frescura, su gran sensibilidad, su hondo y emocionado sentido poético».
Victoria Carolina Coronado y Romero de Tejada (Almendralejo, 12 de diciembre de 1820 Lisboa, 15 de enero de 1911) fue una escritora del Romanticismo español. Desde temprana edad mostró un claro interés por el mundo de la literatura, encontrándose su primera composición impresa en el diario madrileño El Piloto del 22 de diciembre de 1839; composición que fue elogiada por José de Espronceda. Además de escribir activamente en la prensa de la época durante su juventud, publicaría su primer poemario con veintitrés años: Poesías (1843), teniendo una grata acogida entre escritores relevantes en aquel entonces. Poco después realizó su primer viaje a la Corte de Madrid, obteniendo el respaldo del Liceo Artístico y Literario. Afectada por ataques catalépticos que volvieron su salud quebradiza, hizo de la literatura su forma de expresión, predominando en sus escritos la defensa de la mujer frente al control masculino. Además de su amplia obra poética, publicó diversas novelas, entre las que destacan: Paquita (1850), Jarilla (1851) o La Sigea (1854). Asimismo, abarcó el teatro e incluso el ensayo. Adscrita al bando liberal, Coronado abogaba por una sociedad abolicionista, llegando a participar en campañas contra la esclavitud junto a la intelectualidad madrileña. También formó parte de la llamada «Hermandad Lírica», encabezada por Gertrudis Gómez de Avellaneda, constituida por un grupo de escritoras nacidas alrededor de 1820 y pertenecientes a familias de la burguesía, que establecieron entre ellas redes de sororidad para conseguir el reconocimiento y consideración de la mujer-artista en la segunda mitad del siglo XIX. Durante dos décadas (1853-1873) llevó en la Corte una vida de dama distinguida, organizando fiestas sociales y tertulias literarias, para posteriormente trasladarse a Lisboa y apartarse después de la vida pública tras la muerte de su marido. Ella fallecería en el palacio de la Mitra de Lisboa el 15 de enero de 1911, dejando como legado una obra temáticamente muy diversa, pero firmemente marcada por la sensualidad y el espíritu feminista.