El hecho de vivir hasta bien entrada la adolescencia en un ambiente rural le inclinó muy pronto hacia la soledad reflexiva y contemplativa, pero también hacia las primeras lecturas que explicaban e ilustraban su mundo, experiencia y enseñanza que le llevaron a sentir la tierra, el agua, el viento y el fuego, elementos que impulsaron su poesía, como el amor y los sueños.