Dura vida la de Oliver, un niño al que no le gusta jugar al balón ni a los juegos con los que se entretienen la mayoría de sus compañeros de colegio. Mientras otros niños juegan al fútbol, Oliver prefiere coger flores, leer, pintar y sobre todo bailar y disfrazarse. Todo es inútil. Oliver sigue con sus aficiones hasta que al final consigue que tanto sus padres como sus compañeros le entiendan y le valoren. Oliver acaba siendo un ¡fenómeno!.