Cali vuelve cansado a la casita de los viejos: vacía, en una Pompeya tan pobre y tan casi apocalíptica como buena parte del sur de la ciudad, en donde la niebla del Riachuelo sólo puede asociarse con la radiactividad y la peste. En el barrio del que huyó o lo expulsaron -y el despliegue de la relación entre estos términos es uno de los aciertos de esta novela- por puto, solo, casi sin recursos y a merced de la sombra del padre, Cali se encontrará bailando un tango de dos que es también un duelo: como en los orígenes del género porteño, la danza será entre machos y la distancia entre el abrazo y la cuchillada, escasa.
Nació en Buenos Aires en 1961 y tiene un don para la novela negra, de engancharnos con sus historias turbias y sus personajes decadentes gracias a su prosa precisa y contundente. Quizás ese don venga de su trabajo como exeditor jefe de policiales en el diario Clarín o, quizás, sea que tiene una mente muy retorcida para el crimen. Este don le ha hecho ganar numerosos premios literarios como el Internacional de Novela Negra y Policial Azabache o el Memorial Silverio Cañada que se otorga en la Semana Negra de Gijón a la mejor opera prima. Con El último milagro ganó el Concurso de Novela Negra Extremo Negro-BAN! y fue nominada para el prestigioso premio Dashiell Hammett en 2014. Sus obras han sido publicadas en Argentina, Venezuela, México y España. Pero quizás, más allá de los premios, de lo que se siente más orgulloso y lo que le causa más satisfacciones y también más disgustos es del fútbol y de ser hincha del San Lorenzo de Almagro.