A partir del Renacimiento, y tras la progresiva reconversión del folclore medieval en literatura escrita, lo literario se va configurando como una aristocráticoburguesa «valeur différentielle» que se aprecia o de(s)precia en función de una parquedad técnica que, partiendo de la oppositio in imitando y huyendo de cualquier exceso o demasía, hace de la techné su terminus a quo. Pero cinco siglos de preceptiva acabaron por asfixiar a la literatura mediante aquellas tipologías normativas que son los géneros literarios, universos estancos y cerrados por definición: los famosos ismos. Un tal normativismo a priori se reveló incapaz de apreciar (Nachtrciglichkeit) tanto la espontaneidad del otrora relato folclóricomedieval como toda aquella otra literatura surgida al margen de las horcas caudinas de un academicismo imperante y anclado en un rigurosísimo bon usage o klassische Dámpfung. Lo paradójico de todo esto es que aquella techné se ha convertido ahora en un verdadero terminus ad quem que pretende responder al multiparadigma científicocultural en el que actualmente estamos inmersos, fabricando cyberliteratura so pretexto que «todo vale» y sin solución de continuidad.
