A propósito, quiero recordar que, como sentenciara André Gide, no es posible hacer buena literatura con buenos sentimientos. Lo advierto para que nadie espere hallar en las narraciones de Dessal intenciones edifi cantes o cursilerías por el estilo. En Mas libranos del bien, encontraremos más de lo mismo: por ejemplo a cierta adolescente que padece una enfermiza vocación maternal, la que altera ta vida de sus parientes. un hombre que cuida de su esposa después de muerto. un guerrillero que le regala al sobrino la cabeza de su torturador, y los cadáveres de una pareja de aspec to monstruoso que son descubiertos en una habitación de hotel. Y el humor: en un asilo para indigentes cierto char latán evoca los gloriosos días en que hizo de intérprete y alcahuete de un dictador africano, con la misión de entregarle a Miss España. Pero también la tragedia: el padre de un terrorista se enfrentará con la verdad más amarga. Así llegamos a la kafkiana historia en la que un grupo de estúpidos y bienintencionados galenos hacen el mal queriendo hacer el bien. Estos son cuentos cuya lectura, como si se tratara de un brebaje que mezcla la producción de un Jonhatan Swift con un Kafka y un Poe, nos lleva desde el espanto a la risa, pero siempre a la reflexión. Gustavo Dessal es un escritor rarísimo y sorprendente. Es menester seguir descubriéndolo. LÁZARO COVADLO
