IRMAO, ELIO
Cuando el escritor Carlo Camuzzo decidió abandonar
Florencia para tomarse unas vacaciones en Bardolino (Lago di
Garda), ignoraba que el lacerante secreto que, desde hacía años,
le venía atormentando la conciencia, acabaría siendo, finalmente,
conocido por su esposa.
Tampoco llegó a imaginar que la posibilidad (bastante inquietante)
de que su mujer, tan pronto supiese aquello que le había ocultado,
le abandonara, en realidad, nunca iba a materializarse.
Y es que Arezia, contrariando los ciegos prejuicios culturales
que hubieran podido llevarle a aplicar al escritor un riguroso canon
de Justicia, mostró, sin embargo, un criterio nuevo, sorprendente y,
acaso, visionario de retribuir el comportamiento: la Compasión.