Éste es uno de esos libros que no deberían pasar inadvertidos. Incluso para los lectores familiarizados con la obra de este sorprendente escritor manchego va a constituir una experiencia inesperada encontrar reunida en una selecta antología sus escasamente accesibles relatos breves. Fernández Molina convirtió el microrrelato en la parcela más cuidada de su producción en prosa que, junto con el poema breve, es el epicentro de su infatigable actividad literaria. Quien fuera incluido por el mexicano Edmundo Valadés en su exigente antología de relatos de la literatura universal, El libro de la imaginación (1976), definió el microrrelato como un gesto de elegancia literaria y un guiño de complicidad intelectual del escritor hacia el lector.
El poeta, narrador, ensayista, traductor, dramaturgo, crítico de arte y artista Antonio Fernández Molina (1927 - 2005), maestro de formación, dedicó la mayor parte de su vida a la literatura y al arte. Se vincula la obra del artista ciudadrealeño a las vanguardias del siglo XX, de manera especial con el Postismo. Forman parte de su extensa obra literaria en narrativa los títulos: Solo de trompeta, La tienda de ausente, En Cejunta y Gamud, Un caracol en la cocina, El león recién salido de la peluquería, Dentro de un embudo, Pompón, Sombras chinescas, Los frutos de la noche o Pasodoble enigmático. Su obra poética, recogida en varios volúmenes editados por Libros del Innombrable, Zaragoza, está formada por Una carta de barro, Aromas de Galleta, Cuello cercenado, Sonetos crudos, Lluvia de sonetos, Platos de amargo alpiste o Los frutos de la noche.