SILVIA CRUZ LAPEÑA / ALEXANDRA ESPAÑA (Ilustración)
El pugilato precisa de algo más que un buen uppercut, necesita algo que brille. Un nombre sugerente, por ejemplo. Por su cabeza rapada algunos la llaman Black Kojac, pero como no tiene padrinos, Marian no va a aceptar que nadie elija su nombre. Tampoco quiere, como hicieron otras antes y también después que ella, un mote que se refiera a su padre. No quiere ser sobre el ring La hija del Minero, ni La hija del Predicador. Ella anhela un bautizo de hombre: Harry Greb «Molino de Viento Humano», Gene «Perro Rabioso» Hatcher, Jack Dempsey «El Matón de Manassa». «Sus sueños son mis sueños», dice mirando a los compañeros que esa noche también pelean en el Audubon y con esa meta en mente elige nombre de lucha: «Lady Tyger».
Silvia Cruz Lapeña (Barcelona, 1978) emigró del norte al sur cuando era cría. En Baena (Córdoba) le crecieron las piernas y el amor por el flamenco. Empezó a escribir sobre lo jondo ya de vuelta en Barcelona y cuando alguien le pregunta por qué lo hace, hace suya la respuesta que da Manuel Alcántara a quienes le inquieren por su afición al boxeo: ?No es porque me guste, es porque me interroga.? Le pasa igual con su oficio. Ha publicado en ABC, La Vanguardia, El Español, Rockdelux, Altaïr Magazine, Ctxt, Deflamenco o Vanity Fair sobre política, sociedad, crimen o cultura.