Entre el último tercio del siglo XVII y los dos primeros del XX, centenares de viajeros foráneos visitaron España para dejar constancia de su experiencia, volcada en libros que tuvieron amplia difusión en el extranjero y, sólo mucho más tarde, dentro de nuestras fronteras, conformando un imaginario donde conviven los juicios ponderados y las impresiones tópicas o trasnochadas. Sobre los variados y contrapuestos testimonios de estos «curiosos impertinentes», Ignacio Romero de Solís ha compuesto un relato colectivo que recrea distintas épocas a partir de los paisajes y los caminos que recorrieron, los alojamientos donde se hospedaron, los medios de transporte de los que se sirvieron desde los diversos tipos de carruaje al ferrocarril o los vehículos de automoción y sobre todo la cocina, celebrada o abominada según los casos. Tanto la comida como la bebida, sin dejar de lado los hábitos en la mesa, la actividad agrícola o ganadera y la pintoresca red de tabernas, ventas y posadas, son objeto de una atención especial, pero el recuento también contiene hermosas o sombrías descripciones de parajes, pueblos y ciudades, impagables notas de costumbres y una fascinante galería de tipos humanos a los viajeros ya clásicos como Ford, Borrow, Gautier o Mérimée se suman muchos otros autores menos conocidos pero igualmente interesantes, fundamentales para obtener una visión de conjunto que forman ya, tanto ellos como los libros que escribieron, parte de nuestra Historia. Prejuicios reiterados, gratas sorpresas, opiniones caprichosas y finas apreciaciones, incluidas las del ensayista, se alternan en un formidable retrato coral que ofrece, al hilo de los itinerarios de unos y otros, un sugerente, bienhumorado y amenísimo compendio.
Ignacio Romero de Solís (Sevilla, 1937). Periodista, escritor, traductor y crítico gastronómico. Desde joven tomó posiciones contrarias al régimen franquista, circunstancia que en 1961 le acarreó la detención y la apertura de un Consejo de Guerra, acusado de atentar contra la seguridad del Estado. A resultas de aquello pasó un año en la cárcel de Carabanchel. En 1963 se exilió en París, donde estudió Economía en La Sorbona. En 1966 volvió a España para trabajar como redactor-jefe en España Económica. Tras el cierre gubernamental de dicha publicación, en 1973, formó parte del grupo fundacional de Cambio 16. Durante estos años tradujo a los filósofos estructuralistas franceses, y ya desde el periodismo trabajó por una «transición» democrática de España. Entre 1974 y 1976 fundó y dirigió La Ilustración Regional, revista encaminada a crear un estado de opinión favorable a la democratización del país y a la descentralización del Estado. En 1980 fue nombrado director de RTVE en Andalucía y diez años más tarde de Antena-3 TV en Sevilla. Durante la década de los ochenta mantuvo una columna en el diario ABC y otros diarios nacionales. Como crítico gastronómico firma como «Ventura Comino» en ABC, así como en revistas especializadas.