Thomas Merton emprendió la escritura de esta autobiografía a instancias de su superior en la abadía de Nuestra Señora de Getsemaní, en Kentucky, donde llevaba una vida volcada en la oración y la contemplación. Después de una infancia viajera y de una juventud disipada en el seno de una familia de artistas, Merton, que nunca fue bautizado ni había recibido formación religiosa, comenzó a sentirse atraído por la fe católica. La profundización en su conocimiento de la religión le llevó a convertirse al catolicismo y a entrar finalmente en la orden trapense, la más ascética de las órdenes monásticas. Pocos escritores de obras espirituales alcanzan la altura literaria de Merton, que destaca además por su humildad y su exquisita sensibilidad, lo que unido a sus hondas reflexiones convierten su obra en una lectura conmovedora para cualquier lector, sea o no religioso.
Thomas Merton (1915-1968) ya en vida, pero sobre todo a partir de su muerte, se ha convertido en uno de los maestros espirituales del siglo XX. La profunda tradición monástica y contemplativa resuena en sus escritos con un lenguaje cercano a la sensibilidad actual.