Alemania, 1933. Mientras Hitler completa su asalto al poder, alguien busca desesperadamente un antiguo espejo italiano. Y no duda en matar a quien se interponga. Hasta la invención del espejo, en la Venecia del siglo XV, nadie había contemplado con detalle su propio rostro. Un espejo de Murano valía más dinero que un cuadro de Rafael. Hubo quien buscó en el reverso y utilizó la oscuridad para atravesar todos los límites.