La figura de Fidel Castro, uno de los dirigentes más importantes de la segunda mitad del siglo XX, no puede entenderse en su verdadera dimensión al margen del mundo latinoamericano y de sus luchas seculares en pos de la independencia de Cuba, desde hace más de dos décadas sumida en un profunda crisis económica tras el bloqueo. El genio humano y político de Castro, polarizó hacia la admiración más intensa a hacia el odio más visceral, recogió la vieja aspiración de soberanía y dignidad del pueblo cubano a al hora de proyectar una revolución que desde la Sierra Maestra se extendió por toda la isla y cuyos ecos todavía hoy siguen presentes en muchos rincones del Tercer Mundo.