ABREU FELIPPE, JUAN (1952- )
Y el niño que era excremento sintió que se diluía en la tierra, que la enriquecía, que era recibido con alegría por las raíces de las plantas. Que, convertido en alimento, ascendia por los troncos hasta la misma punta de los arboles, que era útil y necesario. Y Quique, el niño que quiso ser excremento, aprendió que no hay nada en la vida que no sea parte de ese don que es la vida, que todo, por desagradable que parezca, por prescindible que parezca, forma parte de una cadena en la que cualquier eslabon es importante.