Después de la muerte de Frida Kahlo, en 1954, Diego Rivera decide cerrar dos baños con objetos y documentos de Frida. Cincuenta años después, en 2004, se abren de nuevo y para esta ocasión invitan a Graciela Iturbide con la intención de que deje un testimonio fotográfico de este momento. Las fotografías de Graciela Iturbide, lejos de retratar el espacio, se concentran en objetos tales como prótesis, corsés, medicinas, animales disecados y carteles de Stalin por mencionar algunos.
A manera de registro visual, la fotógrafa realiza naturalezas muertas a partir de estas piezas que le llaman la atención. En esas veintiocho imágenes se invoca al mundo personal de Frida.
(Ciudad de México, 1942) En 1969 ingresa al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México para convertirse en directora de cine. Sin embargo, pronto fue atraída por el arte de la fotografía practicada por Manuel Álvarez Bravo, quien estaba enseñando en la misma universidad. De 1970-71 trabajó como su asistente, acompañándolo en viajes a través de México. A principios de los años 70, Iturbide viajó a través de Latinoamérica, en particular a Cuba y Panamá.
En 1978 fue comisionada por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para documentar la población indígena del país. Iturbide decidió fotografiar el pueblo Seri, un grupo de pescadores nómadas en el desierto de Sonora al noroeste de México y cercano a la frontera con Arizona.
En 1979 fue invitada por el artista Francisco Toledo a fotografiar el pueblo de Juchitán, el cual forma parte de la cultura zapoteca en Oaxaca, en el sureste mexicano. La serie iniciada en 1979 y continuada hasta 1988 tuvo como resultado la publicación del libro Juchitán de las Mujeres en 1989. Ha expuesto individualmente en el Centre Pompidou o en el San Francisco Museum of Modern Art.