Este potente y práctico librito le ofrece la perspectiva y recursos únicos de la Comunicación NoViolenta (CNV). Al contrario que otras guías para la crianza y educación de los niños, que ofrecen modelos o técnicas de comunicación basadas en la disciplina, la CNV hace hincapié en la importancia de crear una conexión empática con sus hijos. La educación con empatía puede ayudar a crear una dinámica familiar enriquecedora, cimentada en el respeto mutuo, donde impera una comunicación clara y sentida. Educar a los niños desde el corazón es un recurso excepcional para padres, educadores, familias y cualquier otra persona que trabaje con niños.
Marshall B. Rosenberg, fallecido en 2015, a los ochenta años, fue el fundador y director de los servicios educativos del Centro para la Comunicación No Violenta (CCNV), una organización internacional que trabaja por la paz. Es el autor de Ser paz en un mundo en conflicto y del superventas Comunicación no violenta: un lenguaje de vida. Recibió merecidamente el premio Bridge of Peace (puente de la paz) de la Global Village Foundation y el Light of God Expressing in Society (la luz de Dios manifestándose en la sociedad) de la Association of Unity Churches International. Se crio en un turbulento barrio de Detroit; eso despertó su interés por hallar nuevas formas de comunicación que aportaran alternativas pacíficas a la violencia que él había vivido. Su interés lo condujo a estudiar psicología clínica, con el prestigioso Carl Rogers, en la Universidad de Wisconsin, donde obtuvo su doctorado en 1961. Su posterior experiencia de vida y estudio de la religión comparada le impulsaron a desarrollar el proceso de la CNV. Puso en práctica este proceso por primera vez en los años sesenta, en proyectos de integración escolar financiados por el Estado. En 1984 fundó el CCNV, que actualmente cuenta con más de doscientos formadores certificados, en treinta y cinco países. Marshall viajó a algunos de los rincones más violentos del planeta, enseñando a crear un mundo más pacífico y armonioso con su guitarra, sus marionetas y una energía que inundaba las salas. Vivió en Albuquerque, Nuevo México.
