Pocas realidades son tan familiares a los seres humanos como el tiempo, pero pocas tan difíciles de definir y entender. Si uno se aproxima desde la ciencia, el método para comprender el tiempo es medirlo espacialmente con vistas a formular una teoría universal que integre la multiplicidad de tiempos. Si el acercamiento se hace desde la filosofía, el tiempo real es el que cada persona vive interiormente, de modo que su duración queda destruida cuando se intenta medirlo. Así pues, ciencia y filosofía están llamadas a complementarse. Su ineludible diálogo tuvo un momento privilegiado en 1922, cuando Einstein presentó su novedosa teoría de la relatividad en la Sociedad de filosofía de París y Bergson respondió desde la metafísica.
Henri Bergson (París, 1859-Auteuil, 1941), escritor y filósofo francés, fue Premio Nobel de Literatura 1927. Elegido como miembro del Colegio de Francia, multitudes de todo tipo acudían a escuchar a este fascinante filósofo judío de tendencias místicas que, como dice en su testamento, se habría hecho católico de no ser por las persecuciones de que los nazis hicieron objeto a su raza. Publicó La risa, entre otros libros.