La necesidad de Carmen de Icaza de comunicar sus sentimientos, sus vivencias, sus impresiones comienza apenas sabía escribir. Aunque todos los personajes de sus obras están descritos con innegable destreza, son las protagonistas femeninas sobre las que recae el peso del relato, y las que marcan el espíritu de cada novela.
Pues si bien las aventuras que corren son meros productos de la imaginación de su autora, ésta ha sabido, consciente o inconscientemente insuflar en ellas su propia personalidad. Para dilucidar el éxito tan extraordinario que alcanzó esta novela de la que se lanzaron miles y miles de libros, se llevó en dos versiones al cine, se representó en una comedia, se escribieron guiones de radio y de televisión sosbre su argumento, se tradujo a ocho idiomas e hizo que innumerables madres españolas de aquel entonces pusieran de nombre a sus hijas Cristina, no cabe considerar tan sólo la amenidad del relato, sino que hay que tener en cuenta el fenómeno sociológico que supuso que en un momento dado una gran cantidad de mujeres se identificaran con Cristina Guzmán y la tomaran de ejemplo, sencillamente porque ella respresenta el triunfo de la bondad, del optimismo y la alegría de vivir.
Carmen de Icaza, baronesa de Claret (Madrid, 1899-1979), fue hija del erudito y diplomático Francisco A. de Icaza, embajador de México en distintos países de Europa durante el período de entreguerras. Esta infancia y juventud itinerantesllevaron a Carmen de Icaza a estudiar distintas culturas y experimentar diferentes ambientes. En las tertulias de la embajada frecuentó a muchos de los intelectuales más relevantes de su época.Inició su carrera como periodista y escritora colaborando en distintas publicaciones: ABC, Blanco y Negro, El Sol y Ya, tratando distintos temas de carácter social. En 1935 publicó su primera novela, Cristina Guzmán, profesora de idiomas, que alcanzó una extraordinaria repercusión.Al concluir la Guerra Civil, Carmen de Icaza siguió ocupándose de una intensa labor social y escribiendo novelas de extraordinario éxito. ¡Quién sabe!, Soñar la vida, Vestida de tul y El tiempo vuelve supusieron la consagración popular de su autora y fueron traducidas a numerosos idiomas. En diciembre de 1945 Carmen de Icaza fue proclamada «la novelista más leída del año» por el gremio de libreros de Madrid. A partir de La fuente enterrada, publicada en 1947, Carmen de Icaza se reveló como una escritora profunda, trascendente y ambiciosa; mostró su auténtico calado como mujer inquieta y sensible