Entre julio de 1936 y abril de 1939 España vivió inmersa en una lucha civil como consecuencia del levantamiento militar contra la II República, régimen imperante desde 1931. El seguimiento desigual hacia los sublevados generó la división del territorio nacional en dos españas: de un lado, los republicanos. del otro, los llamados nacionales. A lo largo de meses, ambos bandos trataron de imponerse mediante la confrontación de sus ejércitos. Determinados puntos de nuestra geografía fueron, así, escenario de intensas y sangrientas batallas unidas por el denominador común del valor y tesón desplegados por sus protagonistas. Desde la Marcha hacia Madrid hasta la ofensiva del Ebro, la historia de aquel momento puede también contarse a través del inmenso derroche de medios y fuerzas puestos en juego por los contendientes con un único objetivo: la capitulación del adversario.