CABA, INDIANA
La fotografía analógica no está muerta, tan solo huele raro: en los últimos años ha conseguido simultanear su anunciada muerte con una inesperada resurrección. Todo sirve para hacer fotos pero, para algunos, si es con película, aunque esté caducada, mejo
Zaragoza, 1987. Vivió en Zaragoza hasta los 18 años, momento en el cual se mudó a Madrid, donde obtuvo cinco años después la licenciatura en Comunicación Audiovisual en la UCM. Desde hace diez años vive unida a una cámara, siempre cambiante, que bien puede ser una Pentax MX, una Olympus XA2 o una Nikon F55. Documenta junto a ellas las pequeñas cosas del día a día, rutinas que albergan una belleza de la cual muchas veces no somos conscientes. Y así planea seguir hasta el infinito y más allá; eso sí, siempre fiel a los 35 y los 120 mm.