OCTAVIO PAZ
Octavio Paz es la lucidez. La lucidez perturbadora, casi siempre molesta, que no admite ni coacciones ni engaños ni oportunismos, la lucidez de los solitarios. Hasta el milagro del llamado «boom de la literatura sudamericana», poco se hablaba de Octavio Paz. Ahora se le nombra, sí, pero ¿cuántos conocen su obra ? Los poetas, quizá? y los que siempre han amado la verdad de los poetas. Este libro también es lúcido. Paz cree que la traducción, y en particular la de la poesía, es creación. Después del ensayo que da título a este volumen, donde expone las razones que confirman su hipótesis, traduce cuatro poemas de poetas «intraducibles» : John Donne, Stéphane Mallarmé, Guillaume Apollinaire, e. e. cummings. Y añade comentarios analíticos sobre cada una de estas «recreaciones» o de estos poetas. Difícilmente un ensayo sobre una materia específica, en este caso la traducción poética y la poesía, es tan sugeridor para otras actividades creadoras.
Premio Cervantes en 1981 y Premio Nobel en 1990, es una de las figuras capitales de la literatura contemporánea. Su poesía ?reunida precedentemente en Libertad bajo palabra (1958), a la que siguieron Salamandra (1962), Ladera Este (1969), Vuelta (Seix Barral, 1976) y Árbol adentro (Seix Barral, 1987)? se recoge en el volumen Obra poética 1935-1988 (Seix Barral, 1990). No menor en importancia y extensión es su obra ensayística, que comprende los siguientes títulos: El laberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957