En su anterior libro, Guerras por los recursos, el experto en temas de seguridad internacional Michael T. Klare daba la voz de alerta sobre el papel de los recursos en los conflictos mundiales tras el final de la guerra fría. Ahora, en Sangre y petróleo, centra su atención en una sola materia prima, el petróleo, al tiempo que lanza una advertencia a Estados Unidos, el más poderoso país consumidor y el más dependiente de ella. Desde el 11 de septiembre de 2001 y el comienzo de la «guerra contra el terrorismo», la atención mundial se halla pendiente de la relación entre la política exterior estadounidense en Oriente Próximo y los océanos de crudo que contiene el subsuelo de esa región. Klare describe la influencia del petróleo en los asuntos internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial, revelando cómo repercutió dicha influencia sobre las doctrinas Truman, Eisenhower, Nixon y Carter. Nos recuerda cómo se están secando los pozos estadounidenses al tiempo que la demanda no deja de crecer. En 2010, EE UU tendrá que importar el 60 por ciento del petróleo que va a consumir. Y como la mayor parte de este aprovisionamiento proviene de zonas crónicamente inestables, y muchas veces violentamente antiamericanas el golfo Pérsico, el mar Caspio, Latinoamérica y África, esa dependencia amenaza con forzar crecientes implicaciones militares. Sangre y petróleo describe con claridad y urgencia la apurada situación, y exhorta a cambiar la política energética antes de que entremos en un largo período de canje de sangre por petróleo.