ETXEBARRÍA, LUCÍA
Las historias (en minúscula) que la Historia (en mayúscula) no te ha contado. Por ejemplo. ¿Sabías que...? Que los Evangelios no dicen, nunca, jamás, que María Magdalena fuera una prostituta. Que Juana la Loca nunca estuvo loca. Que su marido no murió, como se dice, de un corte de digestión. Que a Santa Teresa le denunciaron ante la inquisición por hereje. Que las brujas de Zugarramurdi nunca tuvieron trato con el diablo, que eran comadronas, parteras, herbolarias. Que Isabel de Inglaterra nunca se quiso casar porque tenía clarísimo que su estrategia para conservar el poder sobre Inglaterra pasaba por fingirse virgen, y no meter la pata casándose con un papanatas como hizo su sobrina María de Escocia. Que fue una mujer, Barbara Strozzi, la inventora de las cantatas. Y una mujer, Sofroniba Anguissola, la pintora de corte de Felipe II. Que a Marie Curie le quisieron quitar el Nobel. Que Diego Rivera escondió durante años el acta de defunción de Frida Kahlo y mintió sobre la verdadera causa de su muerte. Que Virginia Woolf se suicidó porque su marido tenía planeado internarla. Que a Sylvia Plath le pegaba su ma
¿Qué puedo decir de mí? He escrito cinco novelas, dos libros de cuentos, dos de poesía, tres ensayos, un libro para niños y tres guiones que se han llevado al cine. He ganado seis premios literarios de renombre (Planeta, Nadal, Primavera, Barcarola, Il Lazio de Literatura, concedido por el Ministerio de Cultura italiano, y el Coca-Cola de redacción, que obtuve cuando tenía nueve años). Tengo 43 años, una hija, un perro, tres tatuajes e incontables cicatrices, tanto visibles como invisibles. Entre las visibles, una de ellas me cruza el pecho y otras dos me circundan la ingle, lo que supongo que resulta bastante simbólico. Soy doctora Honoris Causa por la Universidad de Aberdeen. Mis obras se han traducido a catorce idiomas. Soy madre soltera, sagitario con ascendente en sagitario, bastante celosa de mi vida privada, y no me gusta nada la idea de que en la solapa de un libro figure mi biografía porque las biografías se suelen escribir cuando uno ya se ha muerto y a mí, espero, me queda mucho por vivir.