Los relatos reunidos en Los Tres niños Mozart constituyen lo que pudiera denominarse el cumplimiento geométrico de la circunferencia: linea curva, cerrada, de puntos equidistantes de un centro habitado por la prosa más sobradamente estremecedora, que se manifiesta alternativamente como densidad o ligereza. Una u otra, siendo la misma, entre invención, sorpresa, búsqueda y hallazgo, ofrecen la placidez exquisita de ese milagro estético que representa la autentica narrativa.