MAILLARD, CHANTAL
La conciencia colectiva de nuestras sociedades y su universo simbólico van siempre acompañados de unas determinadas categorías de la sensibilidad que varían de una época a otra y de las que derivan otras tantas maneras de entender el mundo. Si he aceptado el reto de una reedición de este libro después de veinte años es porque sigue pareciéndome importante que podamos percatarnos de estas variaciones -que son, por otra parte, indisociables de las fluctuaciones sociales- y de cómo estas van surgiendo al par que los valores que adoptamos. Una educación de la sensibilidad es, ahora más que nunca indispensable. La política no la hacen los partidos ni las agrupaciones, sino los individuos. Y si quienes gobiernan -formen éstos parte del demos o de aquellos que detentan el poder económico o el poder a secas- no han aprendido a conocerse, mal podrán gobernar. Para gobernar es preciso saber qué somos o qué estamos siendo más allá de nuestro personaje. Toda moral bien construida requiere de un fundamento extra-moral y este tiene que ver con el conocimiento de uno mismo, algo que tan sólo puede iniciarse con la observación de la propia mente. La razón estética es sin duda una propuesta para tiempos difíciles. Que sea viable o no dependerá del interés que pongamos en que esta educación se lleve a cabo.
Chantal Maillard nació en
Bruselas en 1951 y reside en Málaga desde 1963, y actualmente también vive en
Barcelona. Es doctora en filosofía y profesora titular de estética y teoría de
las artes. Hasta el año 2001 impartió docencia en la Universidad de Málaga. Ha
vivido largas temporadas en Benarés, donde se especializó en filosofía y
religiones indias. Colabora regularmente en el suplemento cultural de El País. Ha cultivado el ensayo y, en
textos como Diarios indios o Husos y Notas al margen, la confluencia
de géneros. Como poeta, ha publicado, entre otros, los volúmenes Poemas a mi muerte (1994, Premio
Santa Cruz de La Palma), Hainuwele
(1990, Premio Ricardo Molina), Conjuros (2001), Lógica
borrosa (2002) y Matar a
Platón, que obtuvo el Premio Nacional de Poesía 2004.