CARRERE, EMILIO
Emilio Carrere, mujeriego, actor aficionado, frecuentador de cafés nocturnos y casas de mala nota, además de experto en ocultismos varios y necrófilo, formó parte por propia elección de la excéntrica bohemia madrileña de principios de siglo. Las fuentes literarias de las que bebían tanto él como otros compañeros de viaje se encontraban allende los Pirineos, y más aún del otro lado del océano. Unas aguas de oleaje profuso, elevado y espumoso, que se hallaban contaminadas por el modernismo rubendariano, el decadentismo finisecular, y la poética simbolista de verlaine, Mallarmé y Rimbaud. La torre de los siete jorobados, que el propio Carrere había enfocado como folletín de aventuras, en el que lo policiaco, lo pseudocientífico y lo sobrenatural se unieran para imitar, con un toque peculiar de humor castizo, a los Leroux, Motta, Le Rouge, o La Hire, se alimenta de forma excéntrica al realismo literario español de luchas en el medio astral entre voluntades opuestas, de bandas de falsificadores jorobados, de aparecidos, y de sabios un poco locos, y hasta de... ¡una ciudad perdida bajo los suelos de Madrid! El lector de esta novela revivirá con ella aquellos días hoy casi perdidos de una cierta inocencia literaria y de un más perdido aún sentido de la maravilla.
El ingenioso Carrere pertenecio a aquella generacion perdida de «La Novela corta», aquella de Lopez de Haro, de Tomas Borras o de Hoyos y Vinent, de cuyas famosas tertulias del te, alla por 1905, fue un asiduo (tambien, en aquella casa de la calle Marques de Riscal, coincidiria con la Pardo Bazan, con Manuel Machado y con Villaespesa). En definitiva, una generacion de tranvias, de toreros y teatros, de medias tostadas, de cupletistas y de tertulias con veladores y de reservados de peluche rojo d