Vuelve el detective Edgar «el Zurdo» Mendieta, protagonista de la novela Balas de plata, ahora encargado de investigar el asesinato de una bailarina de striptease llamada Mayra Cabral de Melo: el Zurdo nunca la vio bailar, pero la había conocido meses atrás y le había dejado un buen recuerdo. Sus pesquisas lo llevarán a introducirse en el mundo del narco, que responde a la guerra que le ha declarado el Gobierno mexicano. El país es un polvorín. El detective tendrá contacto con oscuros políticos y visitará una reserva de caza donde el padre del presidente de Estados Unidos acaba de sufrir un atentado. Junto a la agente Gris Toledo, su ayudante, que no pasa precisamente por su mejor momento, el Zurdo se enfrentará al FBI, al contrabando de armas y a extraños coleccionistas de objetos de rockeros. En su camino se cruzará de nuevo Samantha Valdés, que se ha convertido en jefa del Cártel del Pacífico. Y poco a poco, mientras lucha por librarse de sus demonios interiores, Mendieta vislumbrará las claves del asesinato de Mayra.
Élmer
Mendoza, nacido en Culiacán (México) en 1949, es catedrático en la Universidad
Autónoma de Sinaloa. Como formador de novelistas coordina siete grupos de otras
tantas ciudades del país. De 1978 a 1995 publicó cinco volúmenes de cuentos y
dos de crónicas, y en 199X, su primera novela, Un asesino solitario, que
de inmediato lo situó, a juicio del crítico mexicano Federico Campbell, como
«el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del
narcotráfico en nuestro país». Con El amante de Janis Joplin obtuvo el
XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y con Efecto Tequila quedó
finalista, en 2005, del Premio Dashiell Hammett. En 2006 apareció su cuarta
novela Cóbraselo caro. Arturo Pérez-Reverte dice de él que «es mi amigo
y mi maestro. La Reina del Sur nació de las cantinas, del narcocorrido y
de sus novelas». Balas de plata, merecedora por unanimidad del III Premio Tusquets Editores de Novela,
lo consagra como escritor de
primerísima fila en el panorama de la novela hispánica. El jurado
valoró en ella «la rabiosa modernidad en el uso del lenguaje, en la estructura
narrativa hermanada con los últimos lenguajes televisivos, y en el ritmo
endiablado que, como la mejor novela clásica, no da tregua al lector hasta su
desenlace».