Cuando Dios creó el Jardín del Edén, concibió una situación cruel. Obsequió a Adán y Eva con el Árbol de la Ciencia, pero les prohibió saborear sus frutos. El Padre supremo castigó la desobediencia de sus hijos infligiéndoles grandes sufrimientos y dolores. Este paraíso --donde la sumisión se consideró una virtud, la curiosidad un pecado y el desconocimiento del bien y el mal un estado ideal-- tiene similitudes fatales con el que suele albergar el principio de la vida humana y que comúnmente calificamos como «paraíso de la infancia». Cada vez que el niño desobedece los mandamientos de los padres-dioses, es castigado, cuando no azotado, y por si fuera poco se le hace creer que es por su propio bien. Pero ¿qué sucede con la ira y el dolor que este niño debe reprimir si, además, le obligan a aceptar el maltrato físico y psíquico como una obra de caridad?
Las primeras experiencias emocionales dejan huella en el cuerpo, se codifican como un tipo determinado de información y, al llegar la edad adulta, influyen en nuestra forma de pensar, sentir y actuar, aunque sea inconscientemente. El resultado acostumbra a ser la aparición de un círculo vicioso de la violencia. Alice Miller nos muestra, en su último libro, cómo se puede romper este círculo y cómo puede surgir una conciencia más profunda a partir del conocimiento emocional de la historia de cada uno. La madurez de Eva nos aclara las causas de emociones a menudo incomprendidas y nos indica, por el bien de las generaciones presentes y futuras, cómo abandonar una infancia atormentada de la que no somos culpables.
Desde la publicación de El drama del niño dotado, Alice Miller ha intentado explicar en todos sus libros que la violencia infligida sobre los niños revierte en algún momento sobre la sociedad. Entretanto, los más recientes descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro humano no sólo han confirmado el trabajo analítico de Miller, sino que la han estimulado a continuar reflexionando. El conocimiento de que nuestro cuerpo contiene una memoria completa de todas y cada una de nuestras experiencias infantiles ha ayudado a la autora a entender la dinámica de la ceguera emocional y a explicar en este libro, de forma sencilla y accesible, su concepción actual de la psicoterapia.
Alice Miller, doctora en filosofía, estudió en
Basilea psicología y sociología. Después de ejercer durante más de veinte años
como psicoterapeuta, decidió dejar por escrito el resultado de sus
experiencias. Desde entonces ha publicado siete libros, todos ellos ampliamente
reconocidos por el público. En 1986 recibió en Nueva York el Premio Janusz-Korczak. La obra de Alice Miller es reconocida hoy en día
en el mundo entero como una de las mayores aportaciones contemporáneas al
estudio de las raíces de la violencia en
la infancia.